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Amanece y desde las 6 de la mañana Sarita alista los materiales educativos para ir hacia su escuela Inicial N° 179 piloto de la ciudad de Iquitos. Saluda a los alumnos, conversa y juega con ellos, pero sobre todo cumple su labor como Directora observando que todo marche bien.

Ella es una profesora de vocación. Ama lo que hace. Una mujer que ha dedicado su vida para cuidar a los más pequeños.  Sabe que los niños la esperan y son la base de su vocación. Y es que su día no termina en la escuela. Cuando llega la tarde, se dirige al Hospital Regional de Iquitos donde inculca su enseñanza como docente del proyecto de aulas en hospitales de la Fundación Telefónica.

“Cuando ingresé a las aulas hospitalarias, tenía una alumna con quemaduras en ambas manos. Una niña que, a pesar de su situación, tenía un semblante positivo, enormes ganas de vivir, siempre esperando con una sonrisa, un abrazo o un gesto de amor. La niña lamentablemente perdió dos dedos, pero su caso me animó a no desamparar a los niños pacientes, brindarles un momento de alegría y distracción”.

 Sara lleva por cada habitación un carrito con tablets, libros, y materiales educativos para que los niños, a pesar de encontrarse con dolencias y tener diferentes tratamientos, puedan seguir estudiando y aprendiendo.

“Yo me ausenté 3 años de la docencia hospitalaria porque asumí la dirección del jardín y tenía que adaptarme, pero no podía estar lejos de mis niños, entonces nada impidió que retorne a las Aulas Hospitalarias y ya tengo 15 acompañándolos”.

Sara Coralí Perez Gónzalez. Ése es el nombre completo de la profesora que con solo 39 años y con una hija de 10, ha contribuido en mejorar la enseñanza y recuperación de cientos de niños pacientes. Su motivación siempre fue la vocación de servir, lo que no ha dejado de hacer durante 17 años. Sin duda la tecnología también ha sido gran aliada para su vida. Desde el 2003, año en el que ingresó a las aulas hospitalarias, se dio cuenta que lo digital lograba cambios positivos en los niños.

“Algo que agradezco es que los encargados del proyecto se preocupan del tema pedagógico, nos brindan talleres, usan herramientas tecnológicas para capacitarnos y nos dan el soporte emocional en las formaciones docentes hospitalarias”.

Para Sara, ser docente significa ser un guía y acompañante, porque el fin la carrera de un profesor no solo es enseñar, también acompañarlos y formar parte de su vida.

“A los docentes les aconsejo que no perdamos el sentido de nuestra vocación. Entendemos que cuando pasan los años no es igual estar en las aulas con la juventud con la que hemos iniciado. Sin embargo, nuestra vocación es de servicio. En la escuela los niños pueden encontrar un te quiero, yo confío en ti, vamos, tú puedes, que a veces no encuentran en casa”.

Sarita se pone la camiseta todos los días para enseñar a sus alumnos tanto como directora involucrándose con los niños, reforzando su razonamiento y creatividad; así como cuando acompaña, enseña, aconseja y contribuye con la recuperación de los niños que han pasado largos periodos internados por alguna enfermedad.

“No tendré todos los millones del mundo para hacer feliz a un niño, pero con mi vocación creo que podría dar mucho a los pequeños”.

UNA MAESTRA SIN FRONTERAS
UNA MAESTRA SIN FRONTERAS